Llevo muchos años viviendo sobre la faz de la tierra 
y miles mas viviendo en las tinieblas eternas...
Soy un alma solitaria y creo que seguiré así hasta el fin de mis tiempos...
Me gusta alimentarme al despertar...
Y nunca me alimento de la sangre de los animales...
No hay nada que me sacie mas que la sangre de los humanos...
La noche es parte de mi esencia...Su oscuridad es mi cómplice... 
Y la luna es mi amada eterna... 
Uno de mis placeres son los libros y la observación nocturna...
Se que tal vez no lo creas...Pero soy la madre y reina de los vampiros...
Si es que aún quedan de ellos sobre la faz de la tierra...
Puedes seguir tu camino o detenerte ante mi...Y caminar a mi lado...
Seras aceptado solo si crees en la magia...
Si es así...Sigue mis pasos...En este mundo que ante ti se abre..

miércoles, 11 de mayo de 2016

Schloss Neuschwanstein (s.XIX, Füssen, Baviera, Alemania)



El Castillo de Neuschwanstein es uno de los castillos neogóticos mas conocidos del mundo. Lo mandó construis Luis II de Baviera, el ''Rey loco'', en 1866. Originalmente era conocido como el ''Nuevo Castillo Hohenschwangau'', en honor del lugar donde el rey pasó gran parte de su infancia pero su nombre fue cambiado tras su muerte. Es el edificio más fotografiado en Alemania.



Se construyó en una época en que los castillos y las fortalezas ya no eran necesarios desde el punto de vista estratégico. Nació como una pura fantasía romántica, una composición de torres y muros que pretendía armonizarse con las montañas y los lagos. Capricho excesivo para algunos, homenaje a la imaginación para otros, combina eclécticamente varios estilos arquitectónicos y su interior alberga múltiples piezas de artesanía no menos fantásticas. Su diseño no es funcional, sino estético, siendo en buena medida el producto de la mente de un escenógrafo teatral. Por dentro, además de continuas referencias a leyendas y personajes medievales como Tristán e Isolda o Fernando el Católico, contiene una completa red de luz eléctrica, una cocina que aprovechaba el calor siguiendo reglas elaboradas por Leonardo da Vinci y vistas a los paisajes a los Alpes, incluyendo una cascada que el monarca podía contemplar desde su habitación.

El príncipe heredero Maximilian II de Baviera, padre de Luis II, había mandado rehabilitar en 1832 el ruinoso castillo de Hohenschwangau en "estilo gótico". El romántico paisaje montañoso marcó al joven Luis, que eligió el castillo de verano como su lugar de estancia preferido. Hohenschwangau estaba decorado con escenas de leyendas y poemas medievales, entre ellos de Lohengrin, el caballero del cisne. Luis se identificó ya en su juventud con aquel Lohengrin, al cual Richard Wagner dedicaría en 1850 una ópera romántica.

Luis II proyectó cerca del desfiladero del Pöllat su "Nuevo Castillo de Hohenschwangau". Este debía dar una imagen mejor de castillo medieval ideal que el de Hohenschwangau. Decisivo era su concepto de perfeccionamiento: La construcción debía efectuarse en el estilo más puro y ser acondicionado con los más modernos adelantos técnicos.

En 1867 Luis II visitó el recién reconstruido castillo de Wartburg. Allí le entusiasmó principalmente la "Sala de los Cantores", pretendido lugar del legendario "torneo de los cantores". El castillo de Wartburg y su sala fueron los motivos inspiradores del "Nuevo Castillo de Hohenschwangau". El arquitecto Eduard Riedel fue el encargado de adaptar las ideas destinadas para decorados teatrales del escenógrafo de Múnich Christian Jank.

Los trabajos comenzaron en el verano de 1868, llegándose a rebajar hasta 8 metros de roca de la cima de la montaña para hacer sitio a los cimientos. En junio de 1869 quedó terminada la nueva carretera de acceso. Para la construcción se hizo uso de los medios más modernos, tanto técnicos como de los materiales. Los cimientos se hicieron con cemento, los muros están construidos en ladrillo revestido con piedra caliza clara.

Primero se construyó la puerta fortificada, cuyo piso superior serviría a Luis II de vivienda durante la construcción del castillo. Las obras del castillo comenzaron en septiembre de 1872; el tamaño deseado posteriormente por Luis II para la Sala del Trono exigiría por motivos de estática una técnica moderna, siendo dotada de una construcción de hierro revestida. El equipamiento técnico y decorativo se dio por finalizado, salvo excepciones, a mediados del 1884, cuando el rey Luis II dejó la capital, Múnich, y se instaló permanentemente en el castillo para supervisar su construcción. Ignoró las amenazas por parte de la banca extranjera de embargar sus propiedades, y en 1886 fue incapacitado. Murió ahogado en el lago de Stanberg en Munich, en extrañas circunstancias. Sólo vio su nuevo castillo en obras, no pudiendo ver terminadas las dependencias de las damas y la torre cuadrada, que se erigieron en 1892 en una forma más sencilla que la pensada en un principio.

Los descendientes de Luis II vendieron el castillo al gobierno bávaro, pasando más tarde al alemán. La cantidad por la que fue vendido equivale a los ingresos anuales actuales que el castillo obtiene de los turistas que acuden a visitarlo.

Neuschwanstein participó en la elección de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo, pero no ganó. Ha inspirado numerosas apariciones en películas y series de televisión. El castillo fue elegido por Walt Disney como modelo para el diseño del Castillo de la Bella Durmiente de Disneyland.

Ninguna otra construcción como Neuschwanstein muestra tan claramente los ideales y anhelos del rey Luis II. El castillo no era un escenario de representación real sino un lugar de retiro. Aquí se refugiaba Luis II en un mundo imaginario, el mundo poético de la Edad Media.

Los ciclos de pinturas de Neuschwanstein se inspiraron en las óperas de Richard Wagner, a quien el rey dedicara el castillo. De modelo directo para la decoración sirvieron las mismas sagas medievales a las que había recurrido el compositor para crear sus obras.

Las pinturas murales del castillo tienen como tema historias de amor, culpa, penitencia y salvación. Reyes y caballeros, poetas y parejas de amantes pueblan las habitaciones. Tres figuras son de central importancia: el poeta Tannhäuser, el caballero del cisne Lohengrin y su padre,el rey del Grial Parsifal.

Otro tema principal en la decoración es el cisne. El cisne era a su vez el animal heráldico de los condes de Schwangau, de los que el rey se sentía sucesor, y el símbolo cristiano de la "pureza", a la que Luis aspiraba profundamente.

En la concepción del castillo también jugaron su papel ideas políticas y religiosas, algo que se reconoce especialmente en la Sala del Trono, cuyas representaciones muestran cómo se imaginaba Luis II una monarquía "por la gracia de Dios", un poder que él nunca poseyó.

En Neuschwanstein la Edad media sólo era una fantasía: detrás de una apariencia antigua se escondía la técnica más avanzada y el máximo confort.

Las habitaciones del castillo se calentaban mediante una calefacción central de aire caliente. En todas las plantas se disponía de agua corriente, en la cocina incluso de agua caliente y fría. Los inodoros contaban con desagüe automático. A través de una instalación eléctrica de comunicación interna, el rey podía llamar a sus sirvientes y ayudantes. En el tercer y cuarto piso había incluso conexión telefónica. Los alimentos no tenían que subirse por las escaleras, ya que el edificio también contaba con un elevador.

Ya en la edificación del Castillo se había hecho uso de los medios más modernos. Por ejemplo, las grúas se accionaban mediante máquinas de vapor, y la Sala del Trono se erigió en acero, posteriormente revestido. Otra particularidad de Neuschwanstein son los grandes ventanales, cuyas dimensiones de fabricación aún eran raras en tiempos de Luis

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