Tímpano de la iglesia de San Nicolás de Tudela (Navarra)

Díaz Bravo 10 dice que fue antes basílica dedicada a Santa Cecilia, de los monjes de San Benito, por lo menos hasta 1131, fecha de una donación descubierta en los archivos de Santa María la Real de Oña. Parece que en 1135 ya existía la iglesia de San Nicolás, puesto que en una concordia con el obispo Miguel de Tarrazona, de era 1173 (1135) figura la firma de Berengarius Garcia sancti Nicholai, al lado de la de «Arnaldus Sanctae Mariae Magdalenae» 11. Como se trata de San Nicolás de Bari, la fecha es muy notable, porque indica relaciones muy tempranas entre España y el sur de Italia. Cierto es que, luego, Bari, fue puerto de embarque para los cruzados, y que fueron estos últimos los que trajeron a Occidente el culto del obispo de Myra. Pero la segunda cruzada sólo tendrá lugar en 1147 y en la primera los cruzados siguieron la vía tradicional hacia Oriente, es decir, la vía terrestre. Sin embargo, no vemos por qué poner en duda la fecha de 1135 para la dedicación a San Nicolás de la basílica hasta entonces de Santa Cecilia. Nos queda, pues, por evocar la dominación de los normandos en Sicilia y sur de Italia, y, en Tudela, la presencia de numerosos normandos después de la Reconquista por Alfonso el Batallador y el conde Rotrón de Alperche, y el hecho de que la reina Margarita era sobrina del conde e hija del señor Gilbert de Laigle, en Normandía; esposa del rey García el Restaurador (1135-1150), la reina murió en 1141, y San Nicolás fue consagrada, pues, bajo el reinado de García. La fachada de San Nicolás es verdaderamente extraordinaria y, quizás, única. Representa, en la mandorla, a Dios, el Padre, con el Hijo en las rodillas; el Dios Padre, en la Edad Media, se representa o bien como una mano que sale de las nubes o bien, en Saint-Denis, bajo la inspiración directa de Suger, sosteniendo a Cristo crucificado 12. Más tarde tal antropomorfismo fue condenado y prohibido. Pero aquí se trata del Padre y del Hijo, rodeados de los símbolos de los cuatro evangelistas. Como en Santa María Magdalena, el águila tiene el rollo cerrado. A cada lado de la mandorla, dos hombres barbudos están sentados en el suelo, con las piernas cruzadas. A la izquierda, probablemente el obispo de Myra, Nicolás, con la mitra. A la derecha, otro personaje, con la cabeza descubierta, pero con un nimbo (que no tiene, cosa curiosa, San Nicolás). El personaje nimbado tiene en la mano un pergamino desplegado, que hace simetría con el que sostiene el ángel, símbolo de San Mateo. Estas figuras están colocadas bajo un friso de trece grandes flores (tornasoles, según parece), siete y seis a cada lado de un ave, algo deteriorada, que debe representar la Tercera Persona de la Trinidad, tanto más cuanto que se encuentra exactamente encima de la mandorla. Tenemos, pues, sin duda, el mismo símbolo que en la Magdalena: el decimocuarto es el Espíritu Santo, como en la doctrina chiita el último imán, el decimocuarto de los Catorce Purísimos, es el Espíritu presente en el corazón de cada creyente, y, también, el que volverá al final de los tiempos para desvelar todos los misterios.