Llevo muchos años viviendo sobre la faz de la tierra 
y miles mas viviendo en las tinieblas eternas...
Soy un alma solitaria y creo que seguiré así hasta el fin de mis tiempos...
Me gusta alimentarme al despertar...
Y nunca me alimento de la sangre de los animales...
No hay nada que me sacie mas que la sangre de los humanos...
La noche es parte de mi esencia...Su oscuridad es mi cómplice... 
Y la luna es mi amada eterna... 
Uno de mis placeres son los libros y la observación nocturna...
Se que tal vez no lo creas...Pero soy la madre y reina de los vampiros...
Si es que aún quedan de ellos sobre la faz de la tierra...
Puedes seguir tu camino o detenerte ante mi...Y caminar a mi lado...
Seras aceptado solo si crees en la magia...
Si es así...Sigue mis pasos...En este mundo que ante ti se abre..

miércoles, 26 de abril de 2017

LEYENDA DEL TESORO DEL CASTILLO DE VÉLMEZ

Velmez tiene misterio, además de sus famosas y fantasmales caras, tiene una leyenda de tesoros, brujas y túneles secretos, esta es su leyenda...

Cuenta la leyenda que cuando se marcharon definitivamente los moros rebeldes de Bélmez, tuvieron que irse huyendo porque eran de los últimos que quedaban ya. En su huida no pudieron llevarse los tesoros que tenían en el castillo, que eran muy abundantes porque en aquella tierra había mucha riqueza, minas de plata, que ellos sacaron a flote.

Entonces, para preservar el tesoro del saqueo de los cristianos, lo metieron en las más profundas mazmorras del castillo y para su custodia dejaron un ánima, una Encantá de castillo. Dicen también que por ello en las Sagradas Escrituras de los moros decían antiguamente de este pueblo que "si supieran los labradores de Bélmez de la Moraleda, lo que había en el Cerro de la Silla, labraban la tierra con reja de oro". El Cerro de la Silla está precisamente enfrente del castillo de Bélmez.

Son muchas las gentes que han venido a cavar túneles en el castillo buscando la puerta del tesoro, pero nadie ha dado con ella, además la Encantá se aparece frecuentemente por las noches y su resplandor se puede ver en ocasiones desde los cortijos de Bélmez.

Hace muchos años vino al pueblo una mujer que decían que era medio sabia (bruja) y que decía que aquí había mucho oro enterrado. Se quedó durante algún tiempo y contratando a varios obreros se gastó todo el dinero que tenía en cavar y ahondar estos cerros, sin conseguir sacar nada de provecho. Al final tuvo que marcharse completamente arruinada, pero con la obstinación de los muchos tesoros y riquezas que sin lugar a dudas guardan estas sierras en sus entrañas.





martes, 25 de abril de 2017

LEYENDA DEL BANQUETE DE LA MARQUESA DE FALCES castillo de Marcilla

Cuenta la leyenda que al llegar al castillo de Marcilla la noticia de la aproximación del fiero don Hernando, la marquesa ordenó hacer provisión de víveres y dispuso que se organizase la defensa. Todo se hizo encubiertamente, de manera que, cuando don Hernando llegó ante el castillo, nada delataba los preparativos que se habían hecho.

El rudo guerrero se quedó sorprendido al ver que la misma Marquesa, vestida con sus más ricas galas, majestuosa y sonriente, salió a recibirle a la entrada del puente, con gran acompañamiento. Se dejó conducir al interior del castillo, entre deslumbrado y atónito por tan brillante y amistoso recibimiento. Allí le esperaba el mayor festín que había conocido en su vida. La Marquesa le condujo del brazo a la mesa, y comenzó el banquete, mientras los satélites de don Hernando eran obsequiados con una excelente comida en un departamento aparte.

Cuando, al final, se sirvieron exquisitos vinos, la Marquesa preguntó a su huésped a qué se debía su visita, y en qué le podían complacer. Don Hernando le comunicó las órdenes terminantes que traía del gobernador de Castilla. Entonces el gesto gracioso y amable de la Marquesa se volvió orgulloso y fiero, y exclamó con energía:

- Podéis volveros a Castilla. Sabed que con el terror nada se puede conseguir de los navarros.

Don Hernando respondió bruscamente que, en atención al recibimiento magnífico que se le había hecho, le concedía permiso para recoger todos los objetos preciosos antes de abandonar el castillo con su servidumbre.

- Y yo lo único que os concedo es la vida – respondió, altiva, la Marquesa.

Inmediatamente después, al grito de «¡A las armas!», el jefe de la guarnición penetró en la estancia al frente de vigorosos guerreros. A don Hernando no le quedó otro remedio que obedecer las órdenes de doña Ana, y abandonó el castillo, mordiéndose los labios y sin decir palabra.

Mientras tanto, sus soldados habían sido desarmados por los de la Marquesa. Al atravesar el puente, vio las almenas coronadas por arcabuceros, prontos a disparar. Todo estaba dispuesto para la defensa.

Villar y los suyos abandonaron Marcilla llenos de despecho y sin ganas de acometer nuevas demoliciones. Todavía hoy se alza el castillo intacto, gracias a la astucia de doña Ana, que logró salvarlo de la destrucción.

lunes, 24 de abril de 2017

LEYENDA DE LAS TORRES DE ORO DEL MONASTERIO DEL ESCORIAL

Cuando el sol se posa en las torres del Monasterio de El Escorial algunos sillares desprenden un fuerte brillo dorado; al observar el edificio en la distancia da la sensación de que hay ladrillos fabricados con oro. Como tantas otras cosas de este monumento, a este fenómeno le acompaña una leyenda:

El embajador de Francia preguntó a Felipe II si era tan fácil empezar como acabar obra tan grande, o se quedaría por falta de medios inacabada como tantas otras. En réplica, al terminar la edificación Felipe II mandó colocar un ladrillo de oro en la actual torre central y otros dos en las laterales que se ven desde la entrada del Patio de Reyes.

Pero, por lo visto, en realidad lo que produce ese brillo es la tapa de bronce dorado de cajas que guardan reliquias de Santos, entre ellas las de Santa Bárbara, que se ubicaron en una de las torres para proteger al recinto de las tormentas.

LEYENDAS DEL CASTILLO ENCANTADO DE DOS HERMANAS

Cuenta una leyenda que entre las viejas murallas se encuentran encantadas dos hermosas moras, que la madrugada del día de San Juan pierden el encantamiento y bajan a lavarse al arroyo, y después regresan a su interior.

Otra leyenda cuenta que los aldeanos veneraban una Virgen situada en la capilla de la fortaleza. Un día que vecinos y caballeros templarios estaban oyendo misa, acertó a entrar en la iglesia una cierva extraviada que entró por una puerta y salió por otra tan campante. Asombrados, todos los asistententes salieron corriendo detrás de ella, incluso el propio sacerdote que oficiaba la Misa.

Este gesto tan poco cristiano sentó tan mal a la Virgen que condenó a los lugareños a vivir errantes durante tres generaciones. Y para obligarles a abandonar el lugar, volvió las aguas insalubres y los aldeanos empezaron a morir, empezando por el sacerdote que dejó la misa a medio concluir. Los supervivientes abandonaron el lugar avergonzados por su conducta y perseguidos por la maldición del Cielo, puesto que la cierva era una bruja transfigurada. La leyenda afirma que el alma del mal sacerdote templario continua vagando por aquellos riscos esperando que algún otro termine la misa que dejó inacabada.

La segunda parte de la leyenda dice que los habitantes de Dos Hermanas se establecieron primero en Castillejos (siglo XIII), luego en Cedenilla (siglo XIV) y por fin en Navahermosa (siglo XV). Desde entonces Navahermosa siempre tuvo fama de ser un pueblo "de brujas" donde abundaban saludadores, curanderos, gentes que curaban el mal de ojo, predecían el tiempo, etc. En definitiva personas practicantes de "magia blanca" o "brujería benéfica", posibles depositarios de saberes ancestrales... ¿Quizá adquiridos por sus antepasados en su contacto con los templarios?

domingo, 23 de abril de 2017

EL VIEJO CASTILLO DE TUDELA


Cuenta la leyenda que hace muchísimos años, tantos que no hay meollo que guarde fecha aproximada, hubo en el castillo de Tudela un joven prudente y hacendosa, amás de otras prendas y de su rara belleza. Era fama que había cautivado a cien hidalgos

"con su tez fina y brillante,
cual pétalo de azucena"

Su padre, Ares de Tudelam era modelo de caballerosidad. Siempre las puertas del castillo estaban abiertas a la necesidad, al dolor y a la hospitalidad. A pesar de sus muchos años, el noble aún practicaba la caza, en cuyo arte había sido muy diestro.

Descansaba el venerable anciano, tras una jornada penosa de caza, acompañado de su hija, en el salón del castillo, junto a un fuego saltarín y reconfortante. Un fuerte aldabonazo retumbó por la estancia. Al rato, un servidor se acercó para decirle que un moro, perdido en la niebla, pedía asilo por la noche.

-Hacedle pasar y preparadle mantel y lecho -ordenó el anciano.

Se resistía el criado, argumentando que se trataba de un moro.

-Sea cristiano o moro, es para mí un deber sagrado dar posada a quien la suplica. Traédmelo acá.

Era el árabe un joven apuesto. Su conversación, alegre, chispeante, hizo de la velada un suspiro. Por varias veces solicitó permiso para retirarse y por otras tantas fue detenido por la joven hidalga, visiblemente nerviosa. para el día siguiente invitó el castellano a participar en una cacería de osos al agradable joven.

Aunque gélida, la mañana vaticinaba una buena jornada; los nobles de la comarca que también habían sido invitados, ocuparon sus posiciones. Cuando el oso salió de su guarida fue a tropezar con el señor de Tudela, que arremete fuertemente contra la pieza; la mala fortuna, sumada a los muchos años, dejaron maltrecho al noble.

Trasladado con premura al castillo, los muchos desvelos y atenciones de su hija y de la servidumbre no lograron aliviar males y heridas. Sabedor de su cercano fin, llamó el anciano a su hija y le hizo jurar que nunca abandonaría ni su fe ni su patria. Así le prometió la joven, con el corazón hecho susto.

Llevaba Don Ares variaos días en el sepulcro cuando el moro confesó a la joven su propósito de partir al día siguiente. En breve conversación ambos se confesaron su amor, tomando el acuerdo de marchar juntos.

Sin que nadie pudiera explicárselo, aquella misma noche, cuando los enamorados ultimaban sus preparativos de marcha, un pavoroso incendio se desencadenó en el castillo. Los criados corrieron despavoridos; deshecho en el fuego, el puente levadizo había caido en el foso. Solo quedaba una salida secreta, a la que se dirigieron los enamorados. Más, flanqueando la puerta, allí estaba el castellano Tudela, blandiendo su espada al aire, dispuesto a vengar el honor de su sangre.

Nadie salió con vida. De aquellos muros, otrora mansión de hospital y perdonanza, solo quedó un montón informe de piedras.

LA LEYENDA DEL FANTASMA DEL CASTILLO DE SAN SERVANDO

TOLEDO - CASTILLA LA MANCHA Varios doblones incrementaban el peso de la escarcela del soldado Don Lorenzo de Cañada, tipo alto, moreno, de...