Cuenta su leyenda que cuando Don Alvar Dávila Capitán y Señor de Sotalbo, cuando volvía con sus escuadrones de luchar en la Batalla de las Navas de Tolosa, desfilaron por las calles de Ávila, recibiendo los vítores de la población. Cuando llegaron al palacio de Don Diego de Zúñiga, un noble abulense, cuya hija se encontraba asomada en lo alto del ventanal del palacio, Don Alvar Dávila, se quedó prendado de Doña Guiomar, al igual que ella se sintió atraída por el caballero.
Su leyenda dice que se vieron en numerosas ocasiones, pero siempre a través de aquel ventanal. El padre de Doña Guiomar, Don Diego Zúñiga, prohibía que se viesen ya que pretendía entregar a su hija a Dios para que tomase los hábitos.
Don Alvar Dávila, que quería desposarse con ella, se dirigió al padre de ella para pedirla en matrimonio, pero fue echado del palacio y le prohibieron acercarse a él y volver a ver a Doña Guiomar. El capitán y Señor de Sotalbo, replicó:
“Cuando el amor ha nacido, no se le mata con vilencias;
que el corazón del enamorado es rebelde y terco en la rebeldía.
Dª Guiomar y yo seguiremos amándonos, y aún más, viéndonos:….¡¡¡Man que os pese!!!…
Los guardias de palacio rondaban día y noche, con la misión de prender al capitán, por si se atrevería aparecer.
Don Alvar Dávila, en sus tierras de Sotalbo, en lo alto de un risco mandó construir un castillo, conocido como “Manqueospese la veré”, con él decían que podía ver a Doña Guiomar e incluso se comunicaban con humo o a través de pañuelos.
Un día Doña Guiomar, murió posiblemente de pena, y su alma fue al castillo donde se encontró con su amado, Don Alvar Dávila, el cual, de madrugada partía hacia la guerra donde tambien murió, combatiendo mientras otros dicen que se dejó morir, para unirse con su amada Doña Guiomar.
Hoy este castillo se encuentra entre las localidades de Sotalbo y Mironcillo, el cual a través del camino que conduce a este gran Castillo, nos permite contemplarle y porque no llevarnos a esta fantástica historia de amor.
